El abuso sexual como delito de guerra
Por Equipo uniderecho.com
Publicado en mayo 06, 2009
Una de las atrocidades más comunes durante los conflictos bélicos es la violencia sexual. Generalmente cometida de forma sistemática y con el fin de humillar, aterrorizar y destruir poblaciones, siendo fundamentalmente las mujeres quienes quedan marcadas con las cicatrices de un conflicto violento.
Los combatientes utilizan la violación en masa y en público, los actos de agresión sexual, la esclavitud sexual, la prostitución forzosa y la mutilación de genitales como instrumentos de tortura, dominación étnica y sometimiento.
A lo largo de la historia se han dado casos de violaciones masivas de mujeres en situaciones de conflictos bélicos, muchos de los cuales han quedado impunes.
Durante la Segunda Guerra Mundial fueron miles los casos de violaciones sistemáticas, sin embargo estos crímenes no fueron juzgados en los Juicios de Nuremberg. En la guerra en Asia también sufrieron las consecuencias las mujeres coreanas, chinas y filipinas, que fueron violadas repetidamente por las tropas japonesas. En guerras posteriores se dieron también casos de violaciones de mujeres, como los perpetrados por los soldados de Estados Unidos en Vietnam durante la guerra de 1958 a 1975. En la década de 1990 se dieron numerosos casos de violaciones en las guerras de Croacia y Bosnia-Herzegovina.
En las provincias orientales de la República Democrática del Congo (RDC), la violación ha sido un medio de librar la guerra, que han utilizado todos los grupos en el conflicto. En el caso de Rwanda, se calcula que entre 100.000 y 250.000 mujeres fueron violadas durante los tres meses que duró el genocidio en 1994.
Por otro lado los organismos de las Naciones Unidas calculan que las milicias armadas violaron a más de 60.000 mujeres en la guerra civil de Sierra Leona y a más de 40.000 en el conflicto de Liberia. Mientras que el Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM) calcula en unas 60.000 las mujeres violadas en la ex Yugoslavia durante el año 1992.
Fue tan solo en ese año que finalmente la cuestión de la violencia sexual captó la atención del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. El 18 de diciembre de 1992, el Consejo declaró que la detención y violación masiva, organizada y sistemática de mujeres era un delito internacional que debía abordarse.
Posteriormente, en el Estatuto del Tribunal Penal Internacional para la Ex Yugoslavia se incluyó la violación como crimen de lesa humanidad. Poco después, se estableció lo mismo en el Tribunal Penal Internacional para Rwanda y varios años más tarde se dictaron las primeras condenas.
Ya en el año 2000, reconociendo la necesidad de hacer más para castigar la violación en la guerra, el Consejo de Seguridad adoptó nuevas medidas. El 31 de octubre de 2000, el Consejo aprobó la resolución 1325, en la cual se destacaba la responsabilidad de todos los Estados de poner fin a la impunidad y de enjuiciar a los responsables de genocidio, crímenes de lesa humanidad y crímenes de guerra, incluidos los relacionados con la violencia sexual contra mujeres y niñas.
Pese a algún éxito que han logrado los tribunales internacionales en el enjuiciamiento de violadores en un conflicto, los tribunales nacionales de los países donde se han cometido esos delitos luchan por lograr ese mismo éxito.
Pues detener la violencia sexual sigue siendo algo difícil incluso en tiempos de paz. Muchos países no han logrado crear leyes o carecen de sistemas judiciales eficaces para enjuiciar a los abusadores, por lo que no se puede aplicar la justicia.
Sin embargo más que leyes, lo más importante para detener este absurdo crimen es un cambio en la actitud de las personas hacia el mismo. La violencia sexual, sea en tiempos de paz o de guerra, tiene que ser un crimen repugnante para todos, algo que la sociedad rechace y castigue con severidad.